El Distanciamiento Social: la crisis del trabajo sexual. Por Fabiola Cerdas Díaz
A través de los años, de los limites morales y espacios simbólicos, la sociedad costarricense se ha encargado de delimitar y nombrar como “Zonas Rojas” a aquellos espacios de la ciudad josefina con un estilo de vida que pueda irrumpir con la “buena” dinámica social. Es en este espacio donde podemos encontrar a las mujeres trabajadoras del sexo que bajo distintas modalidades –calle, bares, casas de citas, telefónica- han decidido prestar un servicio mediante su cuerpo como herramienta de trabajo y esperan en estas calles josefinas encontrar clientes para lograr adquirir recursos económicos.
Fue en marzo del año en curso -2020-, cuando el trabajo sexual tuvo un giro en su práctica. Una declaratoria de Pandemia por la Organización Mundial de la Salud azotó la realidad, provocando que gobiernos de todo el mundo respondieran con medidas y restricciones sanitarias severas para contrarrestar los efectos de la pandemia en términos de salud pública. El distanciamiento social y las restricciones horarias se convirtieron en una nueva normalidad. Lo que comenzó con quince días de cuarentena se ha convertido en meses de confinamiento, llevando a la población costarricenses a adaptarse y reinventarse.
Los horarios de apertura restringidos para locales de ocio y entretenimiento, las restricciones vehiculares y las medidas de sanidad como el distanciamiento social, han provocado que el tránsito en las calles de la “Zonas Rojas” disminuyera, afectando directamente a quienes dependen del trabajo sexual para generar sus ingresos económicos. Las medidas de sanidad impuestas por el gobierno, exigen el uso de protección como cubre bocas, caretas y guantes, siendo difícil concebir el ejercicio del trabajo sexual bajo estas órdenes. Por lo que algunas trabajadoras del sexo se han visto obligadas a limitar la práctica de su oficio y buscar soluciones, mientras que otras, por su condición de calle y al “vivir el día a día” mantienen la práctica de este aun conociendo el riesgo en salud que conlleva.
Para el caso de Costa Rica, el trabajo sexual no es reconocido como legal, por lo que no está regulado y las trabajadoras de este gremio no cuentan con la validez de sus derechos laborales, a pesar de sus constantes luchas y denuncias. Ante la situación de pandemia, el gobierno costarricense implementó bajo el Decreto No. 42305-MTSS-MDHIS, el Plan Proteger y con ello el Bono Proteger, con la intención de aliviar la economía de los hogares costarricenses ante los recortes de jornadas laborales que la pandemia provocó. Sin embargo, es bajo este mismo escenario que se vuelve evidente la necesidad de una legislación del trabajo sexual, para que realmente exista una igualdad en la accesibilidad de las ayudas gubernamentales.
“(…) con el Bono Proteger ninguna, solo una compañera pudo lograr captar y decir que era trabajadora sexual y se le dio el bono, pero nada más una fue la que tuvo esa suerte.” – Nubia Ordoñez
Aunado a lo anterior, ha sido por el temor a los estereotipos y crítica social, marcados por la moral costarricense que las trabajadoras sexuales se han abstenido de hacer su solicitud para recibir este beneficio del gobierno, logrando demostrar la vigencia de los problemas de marginación para con ciertos sectores de la sociedad costarricense. En palabras de las mismas meretrices como Silvana: El gobierno no lo ha hecho bien ni lo hará porque a él no le preocupa el pueblo y mucho menos las trabajadoras sexuales.
Ante la situación expuesta anteriormente han surgido movimientos en beneficio de las trabajadoras sexuales que han visto afectada su estabilidad económica por la crisis de la Pandemia. Estos movimientos nacen desde el mismo gremio, con la Asociación La Sala, conformada por trabajadoras y ex trabajadoras del sexo, que se organizan para informar y apoyar a las mujeres que practican este oficio; y aliadas como la Colectiva Trans- Parencias, una colectiva de mujeres trans y transfeministas que busca el bienestar e integridad de las mujeres trans y trabajadoras sexuales.
Dos colectas se han realizado, y fue el pasado 16 de abril que se hizo la primera entrega de víveres y artículos de higiene en la “Zona Roja”, donde el automóvil de Nubia Ordoñez, vocera de la Asociación La Sala, estuvo rodeado de mujeres agradecidas y felices, esperando su turno para recibir un paquete de esperanza. Mientras que, en estos días de septiembre, se espera cerrar la segunda colecta y coordinar su entrega. Ha sido mediante estas acciones de sororidad, solidaridad y compañerismo que muchas mujeres trabajadoras del sexo y sus familias han logrado sobrellevar el impacto a la economía que ha significado la pandemia del COVID-19
Es necesario que, desde las entidades gubernamentales hasta la sociedad costarricense en general, se vuelva la mirada a este sector de la población y se comprenda lo necesaria que se vuelve la lucha de las trabajadoras sexuales por la regulación de su oficio, con la que obtendrán la validez de sus derechos laborales y mantendrán una justa y sana integridad. El accionar de estas mujeres para con su mismo gremio ha sido una lección de empatía y solidaridad para el resto de la sociedad, demostrando que la nueva normalidad no se limita a la parte económica y espacial, sino a la de volverse a los principios y no perder el sentido humanitario.
Through the years, the moral limits and symbolic spaces, the Costa Rican society has been in charge of delimiting and naming as "Red Zones" those spaces of the Josefina city with a lifestyle that can break with the "good" dynamics Social. It is in this space where we can find women sex workers who under different modalities - streets, bars, brothels, telephone - have decided to provide a service through their body as a work tool and hope in these Josefin streets to find clients to achieve acquire economic resources.
It was in March of the current year -2020-, when sex work had a turn in its practice. A declaration of Pandemic by the World Health Organization struck reality, causing governments around the world to respond with severe sanitary measures and restrictions to counteract the effects of the pandemic in terms of public health. Social distancing and time restrictions became a new normal. What began with fifteen days of quarantine has turned into months of confinement, leading the Costa Rican population to adapt and reinvent themselves.
Restricted opening hours for leisure and entertainment venues, vehicle restrictions and health measures such as social distancing, have caused traffic on the streets of the “Red Zones” to decrease, directly affecting those who depend on sex work for generate your income. The health measures imposed by the government require the use of protection such as mouth covers, masks and gloves, making it difficult to conceive of the exercise of sex work under these orders. For this reason, some sex workers have been forced to limit the practice of their trade and seek solutions, while others, due to their street condition and "living day to day", continue to practice this even knowing the risk in health that entails.
In the case of Costa Rica, sex work is not recognized as legal, so it is not regulated and the workers of this union do not have the validity of their labor rights, despite their constant struggles and complaints. Faced with the pandemic situation, the Costa Rican government implemented under Decree No. 42305-MTSS-MDHIS, the Proteger Plan and with it the Proteger Bonus, with the intention of alleviating the economy of Costa Rican households in the face of the cuts in working hours that the pandemic caused. However, it is under this same scenario that the need for sex work legislation becomes evident, so that there really is equality in the accessibility of government aid.
"(...) with the Proteger Bonus none, only one partner was able to capture and say that she was a sex worker and she was given the bonus, but only one was the one who was so lucky." - Nubia Ordoñez
In addition to the above, it has been due to fear of stereotypes and social criticism, marked by Costa Rican morality, that sex workers have refrained from making their request to receive this benefit from the government, managing to demonstrate the validity of marginalization problems for with certain sectors of Costa Rican society. In the words of the same prostitutes like Silvana: The government has not done it well and will not do it because it does not care about the people, much less sex workers.
Faced with the situation described above, movements have arisen for the benefit of sex workers that have seen their economic stability affected by the crisis of the Pandemic. These movements are born from the same union, with the La Sala Association, made up of sex workers and former sex workers, who are organized to inform and support women who practice this trade; and allies such as the Colectiva Trans- Parencias, a collective of trans and transfeminist women that seeks the well-being and integrity of trans women and sex workers.
Two collections have been made, and it was on April 16 that the first delivery of food and hygiene items was made in the "Red Zone", where Nubia Ordoñez's car, spokeswoman for the La Sala Association, was surrounded by women grateful and happy, waiting their turn to receive a package of hope. While, in these days of September, it is expected to close the second collection and coordinate its delivery. It has been through these actions of sisterhood, solidarity and companionship that many women sex workers and their families have managed to cope with the impact on the economy caused by the COVID-19 pandemic.
It is necessary that, from government entities to Costa Rican society in general, they look at this sector of the population and understand how necessary the fight of sex workers becomes for the regulation of their trade, with which they will obtain the validity of their labor rights and will maintain a fair and healthy integrity. The actions of these women towards their own union has been a lesson in empathy and solidarity for the rest of society, demonstrating that the new normal is not limited to the economic and spatial part, but to turning to principles and not lose the humanitarian sense.
“Ya yo tengo 57 años y entonces eso me cuesta demasiado, cambiar mi profesión en este tiempo, porque si antes no me dieron trabajo por falta de estudio, mucho menos ahora”. – Silvana Anchia
"I am already 57 years old and then that costs me too much, to change my profession at this time, because if they did not give me a job before due to lack of study, much less now." - Silvana Anchia
“Sentí la satisfacción de poder llevarle un bocadito de comida a las compañeras, para mí eso no tiene precio. Y más ayudarles a algunas compañeras con el diario (…) fue una experiencia de satisfacción. Yo me siento muy satisfecha de poder ayudar a mi población, a mi gremio” – Nubia Ordoñez
“I felt the satisfaction of being able to bring a snack of food to the companions, for me that is priceless. And even more, helping some colleagues with the newspaper (…) was a satisfying experience. I feel very satisfied to be able to help my population, my union ”- Nubia Ordoñez
“El ejercicio del trabajo sexual no va a morir” – Nubia Ordoñez
"The exercise of sex work is not going to die" - Nubia Ordoñez
“Afectó demasiado. Los hoteles estaban cerrados, más donde yo frecuento por ser Zona Roja”- Silvana Anchía
“It affected too much. The hotels were closed, especially where I frequent because it is the Red Zone ”- Silvana Anchía
“A veces hasta yo misma llevo las sabanas al hotel para evitar un poco el contagio del coronavirus, no toco paredes, me baño antes y me baño después. Trato de cumplir con los protocolos y a la persona que va conmigo le pido que ceda totalmente: alcohol, mascarilla.” Silvana Anchía
“Sometimes I even take the sheets to the hotel myself to avoid contagion of the coronavirus a bit, I don't touch walls, I bathe before and bathe after. I try to comply with the protocols and I ask the person who goes with me to completely sedate: alcohol, mask. " Silvana Anchía
“No hay muchas caricias ahora, mucho menos besos.” – Silvana Anchía
"There aren't many caresses now, much less kisses." - Silvana Anchía