El manual de la artista, por Aneli Pupo Rodríguez
Como una guía de principiante ante el hecho plástico y la actitud de la mujer (la que se asume que debe tener) la serie Matriarcado y Manual de la artista, relacionan tales posturas con el reto de sobresalir en el mundo de las artes plásticas desde un medio tan patriarcal como lo es la fotografía. "Expresarse sin tapujos” provoca fuertes críticas aún en una sociedad en la que se enarbola la emancipación femenina como consigna. Al igual que para muchas otras, este sencillo e inalienable derecho, significa un acto de liberación indispensable como ser social. Como estrategia conceptual pongo en evidencia el compromiso implícito en la creación desde imágenes que aluden a la fragilidad corporal en contraposición con la fortaleza del carácter de nosotras. La silueta humana, el dolor, los objetos usados y la posición emocional, vinculado a lo autorreferencial, son elementos y conceptos fundamentales en el desarrollo de mis propuestas.
Anelí Pupo
Destruir el sujeto, derribar los géneros
El género es el índice lingüístico de la oposición política entre los sexos. Género (…) en singular porque realmente no hay dos géneros. Únicamente hay uno: el femenino, pues el “masculino” no es un género.
Porque lo masculino no es lo masculino, sino lo general.
Monique Wittig
(…) al hombre le gustan los signos, y le gustan claros.
Roland Barthes
Hay, sin dudas, una relación problemática en el entendimiento de las nociones de la mujer y feminismo que comienza en Simone de Beauvoir, al designar a la mujer como otro, un tipo de aprendizaje cultural; se tensa con las dilucidaciones de Luce Irigaray en la negación de la existencia de un sexo femenino y su uso como apoyatura masculina de una economía significante (lingüística) y por tanto de consolidación del hombre como el sujeto universal a partir del plano del lenguaje; y en Monique Wittig se radicaliza al destruir el estatuto de mujer y señalarlo como término que existe solo en su relación de oposición binaria y afianzamiento del hombre. El “cuerpo lesbiano”, según Wittig, transgrede el binarismo masculino/femenino; lesbiana es para ella una especie de tercer género que desestabiliza la inscripción cultural de un cuerpo al que se le ha asignado un sexo, sometido a prácticas sexuales y de roles de género normativas, enraizadas en la relación de oposición de los sujetos dictada por la matriz heterosexual. Para Wittig sexo es desde siempre femenino, ser masculino es no estar sexuado.
Las fotografías de Anelí Pupo no están ajenas a esta inscripción cultural del cuerpo femenino y su relativización funcional. Así observamos en su obra los contornos fácilmente intuidos, por sexualizados, de una feminidad culturalmente vigilada (sus signos corporales y “prerrogativas” sociales), cuya expresión insistentemente abocada al anonimato o a la silueta, a la fragmentación de su sexualidad, al subrayado de su carga conyugal o regulación biológica. Y todo esto se adhiere, por supuesto, a los citados debates feministas, post y queer, pero advierto que, como en los paradigmas autorreflexivos e inquisitivos de Cindy Sherman, hay quizás un sentimiento de entropía – todavía muy tímido en Anelí-: un deseo de enmascarar el modelo, travestir el referente y dialogar con una abyección psicoanalítica que se cuestiona el propio cuerpo como construcción de un yo. Lo que promete que su obra pueda trascender el género y asumir eventualmente posturas políticas deconstructivas de sujetos “universales” no reducidas a la insistencia chillona de cierto feminismo de solapa.
Las obras de Anelí Pupo en Manual del Artista, a veces en apariencia compositiva muy obvia, pero en verdad ascéticas, apoyadas en altos contrastes, monocromatismos y medias luces, explotan con sinceridad el aspecto denotativo, analógico, y por ello psicológico e introspectivo del ícono. La metáfora, con signos bastante claros en las matrioshkas, de la condición post-soviética y de la serialidad en la asignación de funciones en la asignación de funciones y expectativas sobre el sujeto –lo que a veces la convierte en redundante-, parece hablar no solo de un rezago de feminismo iniciático, sino de la testificación de un pasado nostálgico al que han sido relegados objetos y sujetos (sin distinción aquí; técnicamente el sistema de zonas es muy reducido) que recuerdan la misere y el estancamiento de décadas pasadas, dadas al dogma y a la opresión. La virtud en la obra de Anelí Pupo está precisamente en la reducción de grises que revela la opacidad de voluntad del sujeto femenino como constructo, representando en key plate, por lo que patentiza la cohesión temática, que, aunque puede parecer estrecha en indagación formal, no se empantana, habla claro de su concentración estética y posicionamiento discursivo.
Lic. Vladimir E. Hechavarría
The artist's manual, by Aneli Pupo Rodríguez
As a beginner's guide to the plastic fact and the attitude of women (which is assumed to have) the series Matriarcado y Manual de la Artist, relate such positions to the challenge of excelling in the world of plastic arts from a a medium as patriarchal as photography is. "Express oneself openly" provokes strong criticism even in a society in which female emancipation is raised as a slogan. As for many others, this simple and inalienable right means an act of liberation that is indispensable as a social being. As a conceptual strategy I put in evidence the implicit commitment in the creation from images that allude to bodily fragility as opposed to the strength of our character. The human silhouette, pain, used objects and emotional position, linked to the self-referential, are elements and concepts fundamental in the development of my proposals.
Anelí Pupo
Destroy the subject, tear down the genres
Gender is the linguistic index of the political opposition between the sexes. Gender (…) in the singular because there really are not two genders. There is only one: the feminine, since the “masculine” is not a gender.
Because the masculine is not the masculine, but the general.
Monique Wittig
(…) Man likes signs, and he likes them clear.
Roland Barthes
There is, without doubt, a problematic relationship in the understanding of the notions of women and feminism that begins with Simone de Beauvoir, when she designates women as another, a type of cultural learning; it is strained with the elucidations of Luce Irigaray in the denial of the existence of a female sex and its use as a male support of a significant economy (linguistic) and therefore of the consolidation of man as the universal subject from the plane of language; and in Monique Wittig she radicalizes by destroying the status of woman and pointing it out as a term that exists only in its relationship of binary opposition and the strengthening of men. The "lesbian body", according to Wittig, transgresses the male / female binary; Lesbian is for her a kind of third gender that destabilizes the cultural inscription of a body to which a sex has been assigned, subjected to sexual practices and normative gender roles, rooted in the oppositional relationship of the subjects dictated by the matrix Heterosexual. For Wittig sex has always been feminine, being masculine is not being sexed.
Anelí Pupo's photographs are not alien to this cultural inscription of the female body and its functional relativization. Thus we observe in her work the easily intuited contours, as sexualized, of a culturally guarded femininity (her bodily signs and social "prerogatives"), whose expression insistently doomed to anonymity or silhouette, to the fragmentation of her sexuality, to the underlining of her conjugal burden or biological regulation. And all this adheres, of course, to the aforementioned feminist, post and queer debates, but I note that, as in Cindy Sherman's self-reflective and inquisitive paradigms, there is perhaps a feeling of entropy - still very shy in Anelí -: a desire to mask the model, cross-dress the referent and dialogue with a psychoanalytic abjection that questions the body itself as the construction of a self. What promises that her work can transcend gender and eventually assume deconstructive political positions of "universal" subjects not reduced to the shrill insistence of a certain lapel feminism.
The works of Anelí Pupo in the Artist's Manual, sometimes with a very obvious compositional appearance, but in truth ascetic, supported by high contrasts, monochromaticism and half-lights, sincerely exploit the denotative, analogical, and therefore psychological and introspective aspect of the icon . The metaphor, with quite clear signs in the matrioshkas, of the post-Soviet condition and of the seriality in the assignment of functions in the assignment of functions and expectations about the subject -which sometimes makes it redundant-, seems to speak not only of a lag of initiatory feminism, but of the testimony of a nostalgic past to which objects and subjects have been relegated (without distinction here; technically the zone system is very reduced) that recall the misere and stagnation of past decades, given to dogma and oppression. The virtue in the work of Anelí Pupo is precisely in the reduction of grays that reveals the opacity of the will of the female subject as a construct, representing in key plate, thus evidencing thematic cohesion, which, although it may seem narrow in formal investigation.
Lic. Vladimir E. Hechavarría